jueves, 21 de junio de 2018

21 DE JUNIO ASESINAN A FABRICIO OJEDA PERIODISTA Y LIDER DE LA REVOLUCION POPULAR

Hace 52 años, el 21 de junio de 1966, fue asesinado en extrañas circunstancias el líder revolucionario Fabricio Ojeda, periodista, político y diputado al Congreso Nacional, quien abandonó su curul y se fue a la lucha armada durante el gobierno de Rómulo Betancourt, para defender los intereses del pueblo, traicionados en el Pacto de Punto Fijo.
Tras ser capturado en La Guaira, dos días antes, su cuerpo apareció ahorcado en la sede del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA), convirtiéndose en uno de las primeras víctimas del terrorismo de Estado, aplicado en Venezuela, durante la Cuarta República.
Fabricio, como el pueblo lo llama hasta hoy, presidió la Junta Patriótica que coordinó las luchas cívico-militares que lograron el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958.
Este líder revolucionario congregaba al pueblo en la calle, con sentidos discursos en los que reflejaba su simpatía por el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y las políticas a favor del pueblo, muy distintas a las que Betancourt promovía en Venezuela, por lo que no era bien visto por la burguesía tradicionalmente poderosa en el país y la dirigencia política de la época.
Identificado abiertamente con el marxismo, en 1962, abandonó su vida profesional y su curul en el Congreso, y se retiró a un campamento rural, e hizo pública su Carta de Renuncia al Congreso Nacional, del 30 de junio de ese año.
En el campamento, escribió varios libros, entre ellos, Presencia de José Martí, La guerra del pueblo y Hacia el poder revolucionario, además de numerosos documentos políticos.
Ojeda sostenía que “abrir los caminos al desarrollo, implica la toma del poder político por las clases populares y progresistas”, y manifestó la necesidad de crear un frente para la liberación nacional, que congregara “la unidad de los sectores proclives en un frente revolucionario”.
En sus escritos, examinó el fenómeno de la dependencia y enfatizó la necesidad de proteger a Venezuela ante las ambiciones del imperialismo estadounidense, aliado de la élite política de la derecha.
Después de creado el Frente de Liberación Nacional (FLN), obtuvo el grado de primer comandante del Frente José Antonio Páez, en el distrito de Argimiro Gabaldón, y se desempeñó en numerosos combates. Fue detenido en la carretera de Acarigua en 1963 y condenado por un consejo de guerra a 18 años de prisión por el delito de rebelión. Pocos meses después, se fugó de la Cárcel Nacional de Trujillo.
En 1966, inició, junto a Douglas Bravo, la reorganización de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y creó el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), del cual fue nombrado presidente.
Ese año, viajó a Caracas para participar en el Congreso Comunista, cuando fue delatado públicamente por su enemigo político, Guillermo García Ponce, fundador del PCV, quien denunció su presencia en Caracas, a conciencia de que el Gobierno ofrecía una recompensa de Bs. 2.500 por su captura.
Seguidamente, Fabricio se refugió en La Guaira, en casa del periodista Mario Matute, quien lo traicionó y cobró la recompensa en los calabozos del SIFA.
El Comandante guerrillero fue salvajemente torturado por los esbirros de la seguridad puntofijista, se le inyectó Pentotal N° 5, “el suero de la verdad”, para intentar hacerle hablar, y al no lograrlo, lo golpearon con mayor fuerza en el abdomen, generándole un paro cardíaco.
El comandante Ernesto “Che” Guevara recordó y lamentó el asesinato de Fabricio, en su Mensaje a la Trincontinental
en abril de 1967, y lo enalteció como uno de los comandantes revolucionarios más importantes del mundo entero.
El 23 de enero de 1917, los restos del dirigente revolucionario ingresaron al Panteón Nacional, el Presidente Nicolás Maduro destacó en el acto, el “papel emancipador” de Ojeda en la construcción de la democracia venezolana.
Asimismo, afirmó que Fabricio representó el “espíritu original” del 23 de enero de 1958, cuando fue derrocado Marcos Pérez Jiménez, “mientras el pueblo celebraba en las calles la caída de la dictadura, la burguesía se repartía el poder y traicionaba a los venezolanos con el Pacto de Nueva York y más adelante el Pacto de Punto Fijo”, señaló el Jefe de Estado.

Venezuela, en fin, necesita un cambio profundo para que los derechos democráticos del pueblo no sean letra muerta en el texto de las leyes; para que la libertad exista y la justicia impere; para que el derecho a la educación, al trabajo, a la salud y al bienestar sean verdaderos derechos para las mayorías populares y no privilegios de escasas minorías. Pero nada de esto podrá lograrse en un país sub-desarrollado y dependiente, como el nuestro, sino a través de la acción revolucionaria que concluya con la conquista del Poder Político por parte del pueblo.

FACILITADORA:   MILEIDI  FUENTES

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