Funcionario del gobierno colonial y el movimiento juntista de 1810
Entre 1802 y 1810, formó parte del gobierno colonial venezolano como
oficial segundo de secretaría desempeñando diversas funciones
administrativas. Para aquel entonces su reputación intelectual era
ampliamente reconocida en la sociedad caraqueña. Reflejo de ello es que
en 1808, además de sus labores políticas, fue designado redactor de la
Gazeta de Caracas, la principal publicación periódica de la Capitanía
General.
La crisis del imperio español del año 1810 trastocó radicalmente
las estructuras políticas de la época e impulsó la independencia criolla
con el establecimiento de una Junta de Gobierno en Venezuela el 19 de
abril de 1810 mediante un Cabildo Extraordinario. Mantuvo su cargo
administrativo y a los 28 años fue enviado a Inglaterra en misión
diplomática junto a Simón Bolívar y Luis López Méndez con el fin de
conseguir el apoyo británico a la causa independentista. Arribaron el 10
de julio de 1810.
Exilio en Londres y la diplomacia de los años 20
La misión diplomática se transformó en un rotundo fracasó ya que tras
cinco reuniones con el canciller británico Richard Wellesley, no
lograron conseguir el apoyo de los ingleses. Tras lo cual, el trío
diplomático se disolvió: Simón Bolívar retornó a Venezuela para sumarse a
la Guerra de Independencia mientras que con López Méndez optaron por
quedarse en Londres como embajadores. Ambos se instalaron en la cómoda
casa de Francisco Miranda y lo que en un principio parecía ser un cómodo
trabajo diplomático se tornó en un extenso exilio lleno de penurias
económicas ya que tras la reconquista española de 1812 quedaron sin
sueldo y sin posibilidad de retorno.
Para subsistir recurrió a todo su ingenio realizando diversos
trabajos para sortear su difícil situación económica desempeñándose como
corrector de errores tipográficos y de ortografía y profesor particular
de idiomas.
Andrés Bello en Chile
En 1821, tras once años en Inglaterra, su suerte comenzó a cambiar
luego de solicitarle a Antonio José de Irisarri, representante de la
naciente República de Chile, que lo aceptara como funcionario del nuevo
gobierno. El 1 de junio de 1822 se integró como secretario a la legación
chilena en Londres cargo desde el que procuró que Francia e Inglaterra
reconociesen a Chile como país independiente.
Paralelamente, comenzó a colaborar en la redacción de las
revistas “El Censor Americano”, “Biblioteca Americana” y “El Repertorio
Americano”, donde se abarcaban temas de geografía del nuevo mundo,
política, y estudios filológicos y gramaticales. Desde su tribuna en “El
Repertorio Americano” propuso por primera vez una ortografía propia
para América.
Desempeñó el puesto de secretario hasta 1825, año en que comenzó a
ejercer el mismo cargo en la embajada de la Gran Colombia. Sin embargo,
no se mantuvo mucho tiempo en sus funciones luego de desilusionarse del
desenvolvimiento de la nueva República y de Simón Bolívar por lo que
decidió abandonar Europa para instalarse en Chile.
En 1828, fue contratado por el gobierno de Chile, encabezado por el presidente Fernando Antonio Pinto Díaz, para ejercer como oficial mayor en el ministerio de Hacienda. El 14 de
febrero de 1829 abandonó Inglaterra desde el puerto de Gravesend.
Arribó al puerto de Valparaíso el 25 de junio de 1829 en medio de
graves conflictos políticos. El país se encontraba paralizado y al
borde de una guerra civil que en poco tiempo más enfrentó a
conservadores y pipiolos. A pesar del complejo escenario pudo
desarrollar su carrera intelectual desempeñando un rol importante en la
prensa local, además de ser uno de los creadores de la Constitución de
1833 y hombre de confianza y asesor de líderes políticos. En ese
sentido, tuvo la total confianza de Manuel Montt, quien lo respaldó en sus tareas en la universidad y en la codificación. También fue un activo colaborador de Diego Portales
quien erigió un régimen acorde a sus propios ideales pues fue en el
Régimen Portaliano -que se demostró sólido, digno y funcional- donde
encontró lo que deseaba y le permitió asentarse en Chile como si fuera
su segunda patria. A pesar que sus ideas políticas habían sido
monárquicas durante sus años en Londres, al ver que las monarquías no
calzaban con la situación hispanoamericana se transformó en partidario
de gobiernos sólidos, que libraran a los países de la anarquía
asegurándoles un desarrollo tranquilo.
En 1830, asumió la redacción de “El Araucano” dedicándose
especialmente a las columnas de política exterior desde donde emprendió
debates que dejaron una viva estampa en la cultura decimonónica de Chile
y Latinoamérica. También impulsó discusiones con Domingo Faustino
Sarmiento sobre el carácter de la educación pública y de historiografía
con el liberal José Victorino Lastarria.
Mantuvo la colaboración con este medio hasta la década del 60. En forma
paralela, comenzó a dar clases en el Instituto Nacional donde educó a
futuros líderes políticos e intelectuales del siglo diecinueve chileno.
En 1832, recibió la nacionalidad chilena por ley.
A comienzos de la década del 40, junto a su compañero Mariano Egaña,
concibió la idea de crear una casa de estudios superiores que
respondiera a las necesidades de la naciente república. De este modo, el
19 de noviembre de 1842, el Congreso Nacional aprobó la Ley Orgánica
que dio origen a la Universidad de Chile, asumiendo como su primer
rector, cargo que mantuvo hasta 1865.
Durante el periodo de 1840 a 1855, realizó lo que quizás sea su
aporte más sustancial al país y a la legislación americana: la redacción
del Código Civil que vino a reemplazar la antigua legislación del
imperio español y que aún se encuentra en uso en nuestro país. El Código
Civil, que entró en vigencia en 1857, por su exactitud y coherencia fue
fácil de aplicar incluso en otras naciones de hispanoamerica como
Ecuador y Colombia, que lo promulgaron con muy pocas modificaciones.
Además, sirvió de fuente para los códigos de otras naciones del
continente.
Murió el 15 de octubre de 1865 en su casa de calle Catedral, en Santiago.