22 de enero
de 1803
Muere
María Teresa del Toro, esposa de El Libertador
Tal día como hoy, hace 210 años,
murió en Caracas, víctima de la fiebre amarilla, María Teresa
Josefa Antonia Joaquina Rodríguez del Toro y Alayza, esposa de Simón
Bolívar, futuro Libertador de América, con quien apenas ocho meses
antes había contraído matrimonio, el cual ya nunca volvió a
casarse después de morir su esposa, consagrando su vida a luchar por
la libertad suramericana.
Hija de
Bernardo Rodríguez del Toro y Ascanio natural de Caracas, y de
Benita de Alayza y Medrano, oriunda de Valladolid, España, había
nacido en Madrid, el 15 de octubre de 1781. Estuvo profundamente
vinculada a la sociedad caraqueña colonial, pues su padre era
hermano del tercer Marqués del Toro, cuyo título heredaría el
primo hermano de María Teresa, Francisco José Rodríguez del Toro e
Ibarra, amigo íntimo de Bolívar.
Al morir su
madre, se encargó de su padre y sus hermanos, a quienes educó y
protegió. Asistía regularmente a los oficios religiosos y ayudaba a
su padre y a su primo en lo relativo a la administración de bienes y
haciendas.
María Teresa conoció a Simón Bolívar
en Madrid, en 1800, habiendo éste sido enviado a España para
continuar sus estudios. Su vida cambiaría definitivamente en la casa
del Marqués Gerónimo de Ustáriz, a quien Simón Bolívar llamaba
"tutor", y en cuya mansión residió por algún tiempo.
Sería en ella donde habría de conocer a María Teresa, con quien
estaba emparentado por varias líneas.
La joven
cautivó a Bolívar a tal punto que, a pesar de su edad, rápidamente
le declaró su amor. En agosto de 1800 María Teresa aceptó el
noviazgo y su padre, al enterarse, les propuso esperar hasta que
Bolívar, entonces de 17 años, cumpliese su mayoría de edad. Por
motivo de que la herencia de Bolívar dependía de que éste tuviese
un matrimonio bien asentado, éste reportaba con orgullo su noviazgo,
describiéndo a María Teresa como «una joya sin defectos, valiosa
sin cálculo».
Don
Bernardo, el viudo padre de María Teresa, llevó a su hija a Bilbao
y al poco tiempo, en marzo de 1801, decepcionado de Madrid, Bolívar
se mudó a esa ciudad. De regreso a España, luego de una estadía en
París, Bolívar le propuso formalmente matrimonio a María Teresa el
5 de abril de 1802. El padre de María Teresa, aplacado por el
compromiso formal y, probablemente también por los bienes del novio,
dió su permiso y bendición a la pareja.
Simón le propuso a María Teresa
casarse aquel mismo año en el Puerto de La Coruña. En Santander,
España, el 30 de marzo de 1802, Bolívar le otorgó poder a Pedro
Rodríguez del Toro para suscribir en su nombre las capitulaciones
matrimoniales.
En
consideración de su distinguido nacimiento, su virginidad, sus
cualidades personales y su disposición de dejar España para
acompañar a Bolívar, los abogados del futuro libertador le pusieron
un valor a su prometida de 100.000 reales, aproximadamente una décima
parte de la fortuna de Bolívar, según las costumbres propias de la
época, a las cuales Bolívar respondía con naturalidad,
convencionalismos que en nada desmerecían el amor entre los novios.
Bolívar y
María Teresa contrajeron matrimonio el 26 de mayo de 1802, en la
primitiva Iglesia Parroquial de San José, en Madrid, después de
haber obtenido permiso del Rey para hacerlo y de lograr la dispensa
de amonestaciones. Al cabo de unos 20 días, que la pareja empleó en
despedirse de los suyos, se trasladaron a La Coruña, y el 15 de
junio de 1802 partieron hacia Caracas, desembarcando el 12 de julio
en La Guaira.
Después de una corta estadía en
Caracas se trasladaron a la "Casa Grande" del ingenio
Bolívar en San Mateo. María Teresa enfermó poco después de
"fiebres malignas", hoy día identificadas indistintamente
como fiebre amarilla o paludismo, por lo que el matrimonio regresó a
Caracas a su Casa del Vínculo, donde ella murió el 22 de enero de
1803. Trás ocho meses de matrimonio y dos años de noviazgo, Bolívar
perdía así a su amada María Teresa.
Habiendo
perdido a sus padres durante su infancia, María Teresa representó
para Bolívar un último y definitivo intento de arraigo signado por
la tragedia. El dolor causado por esta muerte inesperada y prematura
lo llevaría a evadir en el futuro cualquier vínculo raigal. El
juramento de no volver a casarse que pronunció entonces fue un acto
de rebeldía contra del dolor al que puede conducir la entrega
incondicional de los sentimientos.
Según sus
propias palabras, esta tragedia personal le haría seguir el "carro
de Marte" en lugar del "arado de Ceres". En 1828,
analizando la influencia que la muerte de su esposa había tenido en
él, Bolívar confesó: «Si no hubiera enviudado, quizás mi vida
hubiera sido otra; no sería el General Bolívar ni el Libertador,
aunque convengo en que mi genio no era para ser Alcalde de San
Mateo».
Erika Rodriguez
Mileidi Fuentes
Facilitadoras
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